En tu próxima escapada a Puerto Vallarta o la Riviera Nayarit, guarda un lugar especial en tu itinerario para vivir una experiencia que podría competir con los mejores restaurantes: Rubra, de la célebre mexicana Daniela Soto-Innes, una de las top chefs femeninas del mundo según The World’s 50 Best Restaurants.
Ubicado en un rincón del Hotel W rodeado de vegetación exuberante, Rubra marca el regreso de Soto-Innes a México tras su exitoso paso por Cosme, en Nueva York. Este es su primer proyecto personal en su país natal, y lo ha concebido con una filosofía que combina sostenibilidad, creatividad e identidad.
Aquí, cada ingrediente se selecciona con precisión. Muchos provienen de su propio huerto: un jardín de plantas y hierbas exóticas, ubicado a pocos pasos del restaurante, que en ciertos días abre sus puertas al público para encuentros tequileros.
Piedra, color y forma

La experiencia en Rubra comienza mucho antes de probar bocado. El acceso al restaurante es una especie de ritual: se cruza un túnel de concreto pigmentado color salmón que recuerda a las casas de adobe y el modernismo mexicano.
Fue diseñado por los arquitectos Ana Paula de Alba e Ignacio Urquiza, con colaboración en concreto del artista Pablo Kobayashi, y el resultado es un espacio cálido y profundamente mexicano. Dentro, el ambiente rompe con cualquier expectativa de “fine dining”.
No hay manteles blancos ni silencios incómodos. Hay música, hospitalidad genuina y un ritmo relajado que te invita a disfrutar. El espacio incluye un coffee shop con desayunos sencillos y un menú de cena que puedes disfrutar a la carta o como experiencia de degustación.
Y si bien el espacio no intimida, nada está puesto al azar. La cerámica, perfectamente imperfecta, es obra de Perla Valtierra; los menús están cosidos y recortados a mano, y el comal, hecho a la medida, está inspirado en una tornamesa. Dondequiera que voltees, todo tiene una explicación y razón de ser.
Cenar en Rubra y entender la perfección

Para probar un poco de todo, elige el menú prix fixe (por $2,000 más bebidas): una secuencia bien pensada que incluye entrada fría, entrada caliente y plato principal: perfecta para recorrer lo mejor de Rubra.
Te recomendamos abrir el paladar con la ensalada de ejotes con mango, lima y sorbete de mandarina: una explosión de sabor muy refrescante. Después, puedes seguir con los sabores sencillos pero bien pensados con la trucha ahumada, que se acompaña con pan artesanal de granos, jocoque y una salsa macha con chicatanas espectacular.
Si prefieres algo más intenso, prueba las albóndigas de camarón con flor de calabaza, coco y aceites de chiles. Para cerrar, la barbacoa de cordero con maracuyá y hierbas, servida con tortillas de plátano, es una locura. Un plato que puede parecer sencillo, pero está ejecutado a la perfección, como todo en la carta.
De los postres, el pastel de chocolate sobresale, aunque también tienen opciones de temporada. La comida se acompaña de coctelería de autor y una cuidada selección de vinos de su impresionante cava.
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Una cocina auténtica, creativa y al mismo tiempo cercana. Cenar en el restaurante de una de las mejores chefs del mundo —que además es mexicana— es una de esas cosas que hay que hacer al menos una vez en la vida.
Rubra se encuentra dentro del hotel W Punta de Mita, en la Carretera Federal la Cruz de Huanacaxtle – Punta de Mita Km 8.5. Para más información, síguelos en sus redes sociales.