¿Alguna vez te has puesto a pensar cómo era Guadalajara hace cientos de años? Hoy te contaremos la historia de su río que terminó enterrado: el río San Juan de Dios.
¿Qué le pasó al río San Juan de Dios?
Para contar la historia del río San Juan de Dios tenemos que remontarnos a la primera fundación de Guadalajara, en el año de 1532. Esta corriente de agua, que iniciaba en el Parque Agua Azul y llegaba hasta la Barranca de Huentitán, permitió que la ciudad se asentara y desarrollara.
En su tiempo, el río se utilizaba para lavar ropa y como centro social, donde la gente se reunía para pasar el rato. Por supuesto, se prohibía tirar desechos, pero su contaminación fue inevitable y el gobierno de la época optó por entubarlo.
Con esta obra se pretendía también conectar el Parque Agua Azul con el actual Parque Morelos. Los trabajos para embovedar el río continuaron por muchos años y se fueron realizando por etapas.
De la Calzada para allá
Los tapatíos estamos muy familiarizados con una frase que dice: “De la Calzada para allá” para señalar la diferencia que ocurre con tan solo cruzar de un lado de esta avenida a la otra, donde el desarrollo económico es mucho menor que la contraparte del oriente.
Esta división se remonta a la época en la que existía el río y se fundó la ciudad de Guadalajara: la frontera oriente era justamente el cauce del río San Juan de Dios, mientras que del otro lado del río se encontraba Analco y otros asentamientos indígenas.
Muchos se preguntan qué habría ocurrido si el río nunca se hubiera entubado. La respuesta no es sencilla: algunos creen que tendríamos un espacio recreativo al estilo europeo, mientras que otros piensan que podría haber acentuado la división entre ambos lados de la ciudad.
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Hoy en día, el Macrobús recorre este trayecto para aliviar la creciente demanda por transporte entre estas zonas de la ciudad.